La dichosa Expo nos dejó, entre otras muchas cosas, un desolador paisaje en el meandro de Ranillas. Esta misma mañana he circulado por los exteriores y los esqueletos de los pabellones bien podrían servir de escenario para rodar por la noche alguna película de Stephen King. Mientras se celebraba la muestra internacional, empresas varias se iban a hacer con una parte para instalar allí tras su finalización sus cuarteles generales. Pues rien de rien, que diría un gabacho. Casi todas se han echado atrás, como consecuencia de la crisis que azota, según dicen, al Mundo mundial.
Con motivo de la Expo, el Alcalde Belloch se saco de la chistera una nueva concejalía(o consejería que dicen ahora) para nombrar a su amiguete Jerónimo Blasco titular de Grandes Proyectos (chúpate esa), pasando a segundo plano a la buena de Pilar Alcober. Sin haberlo elegido el Pueblo soberano, el de Mora de Rubielos nos impone a este curioso personaje, con el único cometido de pensar en grandes eventos en los que embarcar a esta nuestra ciudad.
Pasó, como decía, la Expo y llegó la crisis. Vamos por cuatro millones de parados y parece que se puede llegar a cinco. Día tras día se destruye empleo. Se cierran negocios y las empresas despiden trabajadores a mansalva. Miles de ciudadanos pasándolas putas (con perdón). Hasta los inmigrantes se vuelven, los que pueden, a sus países de origen. El consumo ha caído en picado y sigue cayendo. Todo ello con un Gobierno incapaz de solucionar nada. Pues bien, la máxima preocupación de nuestros políticos municipales y de su Consejero de Grandes proyectos, el ínclito Blasco, con la aquiescencia de su endiosado Alcalde, es discurrir eventos en los que se pueda aventurar a esta Inmortal de Zaragoza. ¿No les da vergüenza? ¿A qué se debe todo este afán festivalero? ¿Se trata de una maniobra más de distracción encaminada a despistar a los ciudadanos de los verdaderos problemas? Queridos señores: dejen ya de tomar el pelo al personal, déjense de Exponabos, capitalidades culturales, olimpiadas y demás chorradas en vinagre y dedíquense a sacar a este país, a esta ciudad y a este pueblo del agujero en el que se encuentran inmersos. La suerte es que al final el tiempo pone a cada uno en su sitio y será el propio sistema, a través de las urnas, el que mande a todos a su casa. Lo malo es que a ver quien viene luego. Porque ya se sabe, luego vendrán, los que bueno te harán.
Con motivo de la Expo, el Alcalde Belloch se saco de la chistera una nueva concejalía(o consejería que dicen ahora) para nombrar a su amiguete Jerónimo Blasco titular de Grandes Proyectos (chúpate esa), pasando a segundo plano a la buena de Pilar Alcober. Sin haberlo elegido el Pueblo soberano, el de Mora de Rubielos nos impone a este curioso personaje, con el único cometido de pensar en grandes eventos en los que embarcar a esta nuestra ciudad.
Pasó, como decía, la Expo y llegó la crisis. Vamos por cuatro millones de parados y parece que se puede llegar a cinco. Día tras día se destruye empleo. Se cierran negocios y las empresas despiden trabajadores a mansalva. Miles de ciudadanos pasándolas putas (con perdón). Hasta los inmigrantes se vuelven, los que pueden, a sus países de origen. El consumo ha caído en picado y sigue cayendo. Todo ello con un Gobierno incapaz de solucionar nada. Pues bien, la máxima preocupación de nuestros políticos municipales y de su Consejero de Grandes proyectos, el ínclito Blasco, con la aquiescencia de su endiosado Alcalde, es discurrir eventos en los que se pueda aventurar a esta Inmortal de Zaragoza. ¿No les da vergüenza? ¿A qué se debe todo este afán festivalero? ¿Se trata de una maniobra más de distracción encaminada a despistar a los ciudadanos de los verdaderos problemas? Queridos señores: dejen ya de tomar el pelo al personal, déjense de Exponabos, capitalidades culturales, olimpiadas y demás chorradas en vinagre y dedíquense a sacar a este país, a esta ciudad y a este pueblo del agujero en el que se encuentran inmersos. La suerte es que al final el tiempo pone a cada uno en su sitio y será el propio sistema, a través de las urnas, el que mande a todos a su casa. Lo malo es que a ver quien viene luego. Porque ya se sabe, luego vendrán, los que bueno te harán.