jueves, 20 de noviembre de 2008

El asfalto en Zaragoza


Mi libreta de amigos cuenta con un buen número de aficionados al mundo de las motos. Entre ellos mi entrañable Dani Castelar, que me apuntaba el otro día un tema que hoy abordamos en este blog. ¿Se han dado cuenta de cómo está el asfalto del casco urbano de nuestra ciudad? Oigan, un penica. La mayoría no nos damos cuenta porque el peor de los automóviles que hoy circulan por nuestras calles cuenta con una más que aceptable amortiguación. Pero yo les propongo a mis lectores que hagan un pequeño ejercicio y se vayan fijando en cualquier trayecto urbano del lamentable estado de las calzadas de esta Inmortal Ciudad. ¿Será que este verano se han olvidado en nuestro Consistorio de la operación asfalto por aquello de la muestra internacional de Ranillas, que ha acaparado todas las miradas? Los moteros se quejan, y con toda la razón. Circular por la ciudad en moto se ha convertido últimamente en una gymkhana de baches y grietas que hacen del trayecto una mezcla del Dragon Khan y la Estampida. Y lo que es más grave, esto no sólo afecta a motoristas. La posibilidad de producirse un accidente queda más que claro que se incrementa para el motero debido a estas irregularidades del pavimento. Pero también se pone en riesgo la seguridad de viandantes y del resto de conductores. Que nadie se engañe. Y que no me salga al quite algún lector diciendo que los moteros están locos. Hay moteros negligentes e irresponsables, igual que hay conductores de automóviles a los que se les debería retirar el carnet de por vida. Pero afortunadamente, también los hay responsables y con talento. Y muchos, como el bueno de Dani. A ver si los responsables políticos se ponen las pilas. Y si no, ha de ser el tejido asociativo (federaciones de barrios, asociaciones de vecinos…) el que en estos casos debería pegar el puñetazo sobre la mesa. Porque a mi puntualmente me cae todos los años el impuesto de la circulación, y sin rechistar, lo pago. Pero luego me gusta circular por un asfalto en condiciones y no por un camino de cabras. ¿O es que sólo se trata de pagar mucho y recibir poco? Pues vaya negocio.

domingo, 16 de noviembre de 2008

El Parque Grande de Zaragoza


Contamos en esta nuestra ciudad con un tesoro poco reconocido y menos valorado, no sólo por nuestros dirigentes, sino también por muchos ciudadanos de a pie. Se trata del Parque Primo de Rivera, también conocido como “Parque Grande”. En las últimas fechas se ha acometido una pequeña reforma. Poca cosa. Nada. En muchas urbes querrían disfrutar un espacio verde de las magnitudes y características de nuestro Parque Grande. Es como para estar orgulloso. Basta pasearse cualquier día para comprobarlo. Niños aprendiendo a andar y a ir en bicicleta. También gente queriéndose. Deportistas aficionados y competidores, patinadores con mayor o menor pericia, paseantes. Dueños y perros. También vemos otras disciplinas de distinto tinte, como taichi, yoga o percusión africana. De destacar las variadas especies de arbolado, que tornan en distintos colores según la época del año en la que nos encontramos. Ahora, por ejemplo, el ocre del otoño engalana este pulmón de Zaragoza, mostrando todo un espectáculo multicolor digno de ser filmado para un documental. Todo bajo la atenta mirada de Alfonso I, que contempla impasible desde lo alto del Cabezo Buenavista una vista única del propio Parque y de la toda la ciudad.

Sin embargo, nos empeñamos en joder el invento (con perdón) día sí, día también. Me explicaré. No me resulta de agrado que se mezcle más de lo debido el tráfico rodado con la paz y tranquilidad de este espacio verde. ¿Qué pinta esa calzada que viene desde Las Ocas hasta Renovales, pasando bajo la fuente de “El Batallador”? ¿Y los aparcamientos junto a la terraza de Flandes y Fabiola?¿Y la circulación por la parte más alta, en los alrededores del Jardín de Invierno? Da lástima acercarse un domingo de primavera y observar como se saturan estos puntos con coches de domingueros que lo cogen hasta para ir a por tabaco. No me cabe duda de que, en algunos casos (pocos), estará más que justificado el uso del auto. Vehículos de servicio público(los justos y necesarios) y casi todos los demás sobran. Al Parque andando, en bus o en bicicleta. Y el coche, en casa. Valoremos y cuidemos lo nuestro lo primero. Que si no, apañadicos estamos.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Comida en Restaurante La Mar


El año pasado adquirimos un compromiso con dos buenos amigos para irnos a cenar los cuatro a uno de los imperios gastronómicos más exclusivos de nuestra ciudad. Era parte de nuestro regalo para su boda y este fin de semana, en concreto en la comida del sábado, hemos materializado el compromiso. Allí estábamos puntuales a la cita a las dos de la tarde en el Restaurante La Mar, sito en Plaza Aragón. Vayamos por partes. Acojona al entrar, con perdón. Es un antiguo palacete de 1890 de estilo renacentista. Te sale a recibir Rosa, la responsable del garito y te acompaña a la mesa. Camareras vestidas al estilo tradicional y una señora catalana ejerciendo de mêtre, que sabía latín, griego y arameo. La mesa, impecable. Redonda, con mantel blanco bordado con el nombre del lugar. Sillones muy cómodos. Carta para elegir. No muy extensa, pero extremadamente selecta. Carta de vinos amplia. Pedimos cuatro entrantes para compartir, y un segundo cada uno. Mientras llegaban los primeros, aperitivo delicado con patatas fritas de diseño. Langostinos laminados con vinagreta, erizos de mar con crema de setas, mouselin de foie-gras y panqueques de gambas fueron el inicio. Desemplatado en aperitivo y cuatro entrantes. Vinos a degustar. Laus Gewustraminerz para los entrantes y Crianza para los segundos, correctamente catados y aprobados por un servidor. En los segundos, langosta gratinada con salsa de cava, perdiz al estilo de la mar para otros dos y raviolis rellenos con gambas y una delicada salsa. El postre muy variado.Milhojas de helado y buñuelos rellenos, pero recomendables los panellets elaborados en la casa de forma exquisita al más puro estilo catalán. Fantásticos. Cafés servidos con gusto.Los orujos, a cuenta de la casa.

El trato del personal y el servicio excelente y muy profesional. El sitio acogedor y encantador a la vez, amén de imponente. Tranquilo se come, se respira calma. Se disfruta. Toda una experiencia más que recomendable, al menos una vez en la vida. 105,00 leuros por persona tuvieron la culpa, pero se pueden pagar a gusto. Más barato que un cubierto de boda y sin escuchar jotas ni “vivan los novios”. Vamos, que ha merecido la pena, aunque se haya retrasado un poco. Nunca es tarde, si la dicha es buena. Como dice mi amigo Julio Navarro, a la sazón, uno de los comensales de esta ocasión, “lo importante es la compañía, pero si se come bien mejor”. No se cuando, pero volveremos.

domingo, 2 de noviembre de 2008

El Super de El Corte Inglés


Ayer por la tarde tuve la oportunidad de entrar acompañando a mis amigos Julio y María, junto con mi esposa, a una de las tiendas del imperio que fundara en su día D. Ramón Areces, El Corte Inglés. En concreto, dentro de esa tienda, al supermercado. Yo sería capaz de estarme toda una tarde deambulando de estantería en estantería y de vitrina a vitrina dentro de este super que es capaz de maravillar por su limpieza, colocación de productos, selección de su género y por la más pura y dura puesta en práctica de estrategias de marketing. El Corte Inglés fue el primer comercio capaz de llevar a los hombres al supermercado, en una época en la que no era realmente fácil. La misma empresa que hizo famoso el lema “si no queda satisfecho, le devolvemos su dinero”. Me quedé francamente embobado en la pescadería. Les invito sinceramente a que se pasen por allí un día y contemplen la forma de servir de los profesionales pescateros. Eso es todo un arte, un espectáculo digno de grabarse en DVD y proyectarse en un Home Cinema, para verlo sin perder detalle. Como les cuento. Yo me quedo más ensimismado que un niño viendo Pocoyó. “Dos besugos”, pidió un señor.”Me los pone para asar”, le puntualizó. En un plis plas y con una maña digna de mención los dejó como una patena. Vamos, que casi te los comerías allí mismo.

No se pueden imaginar la gente que allí había comprando la tarde del Día de Todos los Santos. Parecía como si la gente no tuviera casa, o aún peor, como si no tuviera otra cosa mejor que hacer que ir al Super. Yo no soy amigo de acudir en festivo, es más, prohibiría la apertura en fiestas de guardar. Pero claro, mientras acudamos en masa a consumir sin talento, tenemos apertura en festivos para rato. Y eso a pesar de la crisis…

La noche de Halloween


La noche del pasado viernes al sábado (del 31 de Octubre al 1 de Noviembre), se celebra en Estados Unidos la noche de Halloween. Menuda broma. En este nuestro país, para bien y para mal, la influencia de los ideales norteamericanos va in crescendo, de manera que, cada vez más, se imitan y copian celebraciones y personajes propios de la cultura yankee (si es que la tienen) A mí me llama poderosísimamente la atención como nos dedicamos a criticar a los americanos de forma y manera continuada, pero luego disfrazamos a nuestros hijos con unos atuendos horrorosos en la noche de Halloween y los mandamos con calabazas que asustan a repartir caramelos y/o dulces por las casas de los vecinos. No hay coherencia. A esto paso, si nadie lo remedia me veo celebrando el 4 de Julio el día de la Independencia o el día de Acción de gracias.Tiempo al tiempo. Que se dediquen a copiarnos los norteamericanos a nosotros, que, a buen seguro, encontraran en nuestra cultura elementos mucho más enriquecedores que los que nos hacen llegar a nosotros. Con las fiestas y tradiciones populares, las celebraciones religiosas o no y, por supuesto, con nuestra gastronomía pueden ir empezando. Que la suyas dan pena. Y mis semejantes, que copien, pero sólo lo bueno. Lo malo y lo soez, que se lo queden para ellos.