domingo, 16 de noviembre de 2008

El Parque Grande de Zaragoza


Contamos en esta nuestra ciudad con un tesoro poco reconocido y menos valorado, no sólo por nuestros dirigentes, sino también por muchos ciudadanos de a pie. Se trata del Parque Primo de Rivera, también conocido como “Parque Grande”. En las últimas fechas se ha acometido una pequeña reforma. Poca cosa. Nada. En muchas urbes querrían disfrutar un espacio verde de las magnitudes y características de nuestro Parque Grande. Es como para estar orgulloso. Basta pasearse cualquier día para comprobarlo. Niños aprendiendo a andar y a ir en bicicleta. También gente queriéndose. Deportistas aficionados y competidores, patinadores con mayor o menor pericia, paseantes. Dueños y perros. También vemos otras disciplinas de distinto tinte, como taichi, yoga o percusión africana. De destacar las variadas especies de arbolado, que tornan en distintos colores según la época del año en la que nos encontramos. Ahora, por ejemplo, el ocre del otoño engalana este pulmón de Zaragoza, mostrando todo un espectáculo multicolor digno de ser filmado para un documental. Todo bajo la atenta mirada de Alfonso I, que contempla impasible desde lo alto del Cabezo Buenavista una vista única del propio Parque y de la toda la ciudad.

Sin embargo, nos empeñamos en joder el invento (con perdón) día sí, día también. Me explicaré. No me resulta de agrado que se mezcle más de lo debido el tráfico rodado con la paz y tranquilidad de este espacio verde. ¿Qué pinta esa calzada que viene desde Las Ocas hasta Renovales, pasando bajo la fuente de “El Batallador”? ¿Y los aparcamientos junto a la terraza de Flandes y Fabiola?¿Y la circulación por la parte más alta, en los alrededores del Jardín de Invierno? Da lástima acercarse un domingo de primavera y observar como se saturan estos puntos con coches de domingueros que lo cogen hasta para ir a por tabaco. No me cabe duda de que, en algunos casos (pocos), estará más que justificado el uso del auto. Vehículos de servicio público(los justos y necesarios) y casi todos los demás sobran. Al Parque andando, en bus o en bicicleta. Y el coche, en casa. Valoremos y cuidemos lo nuestro lo primero. Que si no, apañadicos estamos.

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