miércoles, 17 de marzo de 2010

El reenvío de correos electrónicos


Los que bien me conocen, saben que yo era un gran aficionado al envío de correos electrónicos a los contactos que siempre he considerado VIP,s de mi libreta de direcciones. Además, era amigo de añadir un comentario personalizado en cada emilio, comentario a veces más interesante que el propio archivo adjunto, según me manifestaban en ocasiones algunos de mis amigos.

Puesto que mi agenda se ha apretado de forma considerable en estos dos últimos años y mi tiempo libre se ha reducido exponencialmente, al menos entre semana, me he visto obligado a aparcar ciertas actividades que antes realizaba con más alegría. Entre otras, los mencionados envíos de correos electrógenos. No obstante, he de decir que conductas de algunos internautas se están cargando el encanto que tenía dicho reenvío de correos entre la población cibernética. La falta de tiempo hace materialmente imposible poder abrir todos los e-mails que se reciben, por lo que, lo que me ocurre es que voy almacenando los correos en una carpeta que pasé a denominar Pendientes, a la espera de poder gozar de algún rato y ganas para abordar su lectura. Misión imposible. Ya son varias las veces que, alcanzados más de quinientos mensajes sin leer en esa carpeta habilitada para archivarlos, he procedido a mandar el montante de correos a Torrecilla de Valmadrid (localidad zaragozana en cuyo término municipal se encuentra el vertedero de basura) sin abrirlos ni leerlos. Una pena, pero es lo que hay.

Me da la sensación de que este problema lo tiene, lamentablemente, gran parte de la ciudadanía que se mueve por estos lares virtuales. Es por ello, por lo que deberían acostumbrarse los internautas aficionados al reenvío a filtrar los correos recibidos y proceder exclusivamente al envío de aquellos que de verdad puedan tener algún interés para el destinatario. De lo contrario, dinamitamos este invento en cuatro días. Yo por lo menos, no tengo ninguna gana de abrir la avalancha que inunda mi webmail día sí, día también. En fin, así están las cosas, y así se las hemos contado.

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