lunes, 13 de abril de 2009

Semana Santa... y Cristiana


Curioso fenómeno el que he venido observando estos días de Semana Santa en la caja tonta. Los informativos y telediarios de las distintas cadenas de televisión han ocupado gran parte de su duración con un detallado y minucioso despliegue de lo que acontecía en esta nuestra España en materia de procesiones religiosas.

No deja de ser chocante que este país durante estos días se vuelca en cuerpo y alma (nunca mejor dicho) con toda la parafernalia religiosa que evoca y recuerda la pasión y muerte de Jesús de Nazaret. Por un lado, los miles de ciudadanos que, perteneciendo a distintas cofradías, dedican desde enero hasta ahora buena parte de su escaso tiempo libre a ensayar las distintas marchas que harán temblar el suelo desde el Domingo de Ramos. Por otro lado, un importante sector de la ciudadanía que se echa a la calle y, con paciencia casi franciscana, espera ansiosa la llegada de los distintos pasos religiosos que portan escenas variadas de la vida del Hijo del Carpintero. Qué locura. Nervios, pasión, hasta lágrimas se ven. Un punto de fanatismo, diría yo también. Algo de locura.

Hasta aquí, más o menos bien, en función del interés y las ganas que uno ponga. Ahora bien, deberíamos ser más coherentes y consecuentes con nuestros propios actos. O al menos, intentarlo. No parece muy lógico que, en el mismo país en el que cada vez que llegan las Navidades se monta el mismo pollo año sí, año también, sobre si se deben poner o no los Belenes en los colegios públicos, y en el que se pierden grandes dosis de tiempo discutiendo si se deben colgar o no los crucifijos en las aulas, se monte en estos días semejante berenjenal mediático que aburre al más pintado. Que yo ya me he aprendido alguna marcha de memoria y todo. Ni tanto, ni tan calvo, señores.

Y eso que aquí nadie cree en nada y nadie va a misa los domingos. Pero bien que estos días aquí el personal pierde el culo por contemplar y participar en lo que algunos se empeñan en llamar tradición, pero es, sin duda y pese a quien pese, religión.

Recuerdo que tampoco votaba nadie al PP y en la Opel, como dice mi amigo Oscar Lara, deben fabricar los coches entre su cuñao y un amigo, porque todos son jefes y encargaos. Lo que hace falta en este país es más sinceridad y menos fantasmerío. Que al final, nos quedamos todos calvos. Seamos claros. Nada de medias tintas. Mucho belén en la plaza del Pilar, ofrendas, rosarios y procesiones y luego que si el crucifijo fuma y no compra tabaco. Así es España.Y así nos va.

miércoles, 8 de abril de 2009

Tabla de gastos


Les propongo un ejercicio cuando menos curioso, si bien puede resultar a la postre algo decepcionante. Elaboren en una hoja de cálculo de Excel una tabla (si el lector no controla, yo mismo le puedo enviar una estándar ya preparada) que utilizaremos para llevar una pequeña contabilidad de nuestros gastos domésticos habituales. En horizontal (columnas) colocaremos los doce meses del año, y en vertical (filas) los gastos que podemos considerar como ordinarios y normales. Por ejemplo, luz, agua, gas, teléfono e Internet, seguros varios (hogar, vida, decesos, salud…), comunidad, impuestos varios (IBI, Circulación…) y así hasta lo que uno vea conveniente y necesario. En caso de que su economía se vea castigada por una hipoteca, también puede añadirse la correspondiente casilla, así como la de otros préstamos que pudieran existir. No olvidarse de cuotas a organizaciones, contratos de mantenimiento y otro tipo de gastos que pueden pasar más desapercibidos por tener periodicidad anual.

No hace falta tener ninguna carrera ni haber estudiado en Salamanca para saber como se rellena la tabla de marras. Mes a mes, iremos colocando el montante de nuestros ingresos destinado a cada uno de los gastos periódicos, rellenando la casilla correspondiente. Con una sencilla fórmula de sumatorio, en vertical nos dará el total de gasto por mes, y en horizontal el total de gasto por concepto. La tabla recoge de igual manera la suma de todos los gastos por meses y por conceptos, que, evidentemente, han de coincidir.

Y al ver esa suma final es cuando la matan. A uno le da un jamacuco y se cae sentado. Pueden, si tienen tiempo, dividir esa cantidad entre doce meses y obtener la media por mes e incluso por día. De esta manera conocerán cuales son sus necesidades reales básicas sin comer, vestirse, salir, viajar,mantener el auto(o irse de putas, si a alguien le llama la idea), entre otras muchas más. Casi nada lo del ojo.

Ahí les dejo este reto. Me consta que buenos amigos lectores de este Blog como Julio Navarro, ya pusieron en marcha el ejercicio hace tiempo y son, en la actualidad, files seguidores de la gracia.Aunque ya saben que puedes hacer cuentas y que te salgan rosarios.Vamos, que la cifra final de la dichosa tablita acojona más que una película de Stephen King. Y eso en tiempos de crisis… ¿o era desaceleración?

domingo, 5 de abril de 2009

Zapato marrón, calcetín marrón


La ventaja de contar con una profesional de los complementos de caballero en casa es que uno aprende, toma nota y luego se va fijando en el resto de mortales a ver si cumplen o no las reglas básicas que te apunta, en cuestión de vestuario e indumentaria. Ya me explico. Les propongo un ejercicio. Fíjense cuando tengan ocasión, la cantidad de caballeros que llevan zapato marrón y calcetín negro. Sí, sí, como lo oyen. Bueno, pues parece ser, que eso es una solemne barbaridad que hace mal a los ojos del más pintado. Y yo, lo cierto es que pienso lo mismo. Menos mal que para que el detalle cante, el individuo ha de estar sentado y con el pantalón, al menos, ligeramente remangado. El efecto es horroroso. Pero es que se contempla y observa a derecha e izquierda. Y mira que cuesta bien poco solucionarlo. Yo ya llevo un tiempo que cuando detecto un fallo en algún amigo o conocido se lo digo alto y claro: “ es que dice mi mujer, que de esto eniende un rato, que zapato marrón, calcetín marrón” Claro, el otro me mira inicialmente con cara de póker, pero en la mayoría de las ocasiones terminan tomando buena nota.

Ya saben pues, en aras de una buena imagen y de las más mínimas normas del espectro de los colores, hagan el ejercicio e inviten a sus semejantes a combinar zapatos negros y marrones, con calcetines negros y marrones, respectivamente. Es fácil y más que recomendable. Y ciertamente queda mejor. Y que a nadie se le ocurra(lo daba por supuesto) ponerse zapato negro con calcetín blanco, que eso roza ya el delito. Por cierto, ¿saben cómo se llama a la persona que usa el calcetín blanco para zapatos? Pues “calcetero” es la denominación correcta.¿Y saben cómo se llama la parte de la pierna que queda visible entre el calcetín y el pantalón cuando, por algún motivo te remangas el mismo? “Calandraca”, según mi amigo Cesáreo.

En fin, mínimas normas de estética que deberían enseñarse en el colegio. Igual que lo de ponerse chándal y zapatos. Menudo crimen. Yo aquí dejo el apunte y que cada cual se aplique el cuento. El que quiera, y al que le apetezca, claro está.